domingo, 30 de diciembre de 2012

LA HECHICERA Y SU PÓCIMA SECRETA

Os presento el cuento "La hechicera y su pócima secreta"; a menudo buscamos en los demás la solución a nuestros problemas. Obviamos que el verdadero poder reside en la confianza en nosotros mismos. Espero vuestra amable opinión. Besines.



LA HECHICERA Y SU PÓCIMA SECRETA

Érase una vez un joven que, deseoso de triunfar en la vida, decidió visitar a la vieja hechicera del bosque, famosa por sus pócimas mágicas, capaces de hacer realidad hasta los sueños más inverosímiles.
Llegó hasta la humilde choza donde habitaba la bruja y, con voz temerosa preguntó.
-¿Se puede?
Desde el fondo de la cabaña, se escuchó una dulce voz, que le respondió:
- Pasa, hijo mío. ¿En qué puedo ayudarte?
El muchacho exclamó:
- Deseo ser el más valiente de los cazadores para así poder gozar de la admiración de toda la aldea.
La adivina, que no había apartado la mirada ni un solo instante de sus ojos, con voz serena, le respondió:
- Bebe cada mañana al despertarte siete tragos de éste bebedizo secreto, y tu sueño se hará realidad.
Así lo hizo y en poco tiempo el chico se convirtió en un cazador cuyo valor era reconocido en toda la región. Orgulloso de sus hazañas, el mozo volvió a visitar la humilde choza de la maga.
Con extremada prudencia dio unos toquecitos en la puerta y, sin esperar respuesta, dijo:
- Soy yo. Vengo nuevamente alentado por los logros conseguidos. La hechicera, con la misma benevolencia de antaño, le respondió:
- Pasa, hijo mío. ¿En qué puedo ayudarte?
El joven prosiguió:
- Como veo que tus brebajes son infalibles, vengo a pedirte ayuda para ser un hombre muy rico y poderoso, y así ganarme el respeto de todo el pueblo.
La pitonisa le respondió:
- Bebe cada mañana al despertarte siete tragos de este bebedizo secreto, y tu sueño se hará realidad.
El muchacho siguió el consejo y pronto se convirtió en un hábil comerciante, cuya fortuna era difícil de calcular. Agradecido, decidió visitar nuevamente a le adivina. Al llegar a la choza, encontró a la anciana preparando uno de sus famosos cocimientos.
 - Vengo a darte las gracias – exclamó el chico –. Sin tus filtros secretos, jamás hubiese conseguido triunfar.
La hechicera, cuya  mirada era una fuente inagotable de amor, miró fijamente al joven y le respondió:
- Hijo mío, me hace muy feliz saber que conseguiste todo aquello que anhelabas, pero he de confesarte algo: Las pócimas que te di tan sólo eran zumo de frutos silvestres. La magia que te ayudó a conseguir que tus sueños se cumpliesen no era otra cosa que la seguridad en ti mismo y la fe que guardas en tu corazón.

FIN


2 comentarios:

  1. Maravillosa enseñanza que nos ha dejado tu historia. Sin la fe en nosotros mismos, nada somos.

    Un abrazo.

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  2. Querida amiga, Martha; agradezco de veras tus bellas palabras: En efecto, la confianza en nuestras capacidades, resulta indispensable para que nuestros proyectos lleguen a buen puerto. Besines.

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